Migrantes vadean un río mientras cruzan el Tapón del Darién desde Colombia a Panamá, con la esperanza de llegar a Estados Unidos © Fotografía por Ivan Valencia / AP
“La selva del Tapón del Darién es hoy unos de los cruces migratorios que se enfrenta a una de las crisis humanitarias más complejas del mundo”
Zurisadai Palacio
Comunicadora social y Periodista
Colombiana
La carretera panamericana fue uno de los proyectos establecidos durante el 5 encuentro de estados americanos en el año 1923 y hoy es la carretera más larga del mundo con sus cerca de 48.000 km. Un sistema de autopistas que conecte a todo América desde el extremo norte en Alaska, hasta el fin del mundo en Argentina; con todo ello, un siglo no ha sido suficiente para consolidarse debido al El tapón del Darién, una selva tropical que se encuentra en la frontera entre Colombia y Panamá. (Destacado)
El Darién
El Darién es un lugar asombroso declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en el 1981, y reserva de la biosfera en el 1983. Hace más o menos 15 años era un lugar desconocido para muchos y el único problema que representaba para algunos era ser aquel tramo que impendía el gran sueño americano; una autopista que integrara todas las naciones de América de norte a sur. Hoy se encuentra en el imaginario de cientos de miles de personas en el mundo, en especial en países de Medio oriente, África, el caribe y sobre todo Venezuela.
En este lugar se desarrolla uno de los fenómenos migratorios más importantes de América latina. Durante el 2021 se estima que cerca de 133.000 personas atravesaron esta selva y en lo que va del 2022 más de 90 mil, todas con la esperanza de llegar a Estados Unidos o Canadá. El incumplimiento de derechos fundamentales, la falta de oportunidades, la violencia y sobre todo la elevada estima hacia la “Libertad Americana” han conducido a las personas hasta este lugar que al parecer, por inhóspito e infernal que sea, resulta ser mejor opción que quedarse en sus países de origen.
Los territorios en este lugar de Colombia se dedican en gran parte a la producción agropecuaria y recientemente portuaria. De muchas formas olvidados por el estado, las personas que residen en este sitio se han tenido que enfrentar cara a cara con la violencia de grupos armados guerrilleros, paramilitares y el narcotráfico. Sobre éste último, actualmente, se destaca el Clan del Golfo como el grupo narcoparamilitar que concentra una gran influencia en toda esa región y un fuerte control sobre el paso migratorio.
¿Quiénes Migran?
Aunque la pregunta en lugar de “quienes” debería ser “por qué”, según datos de UNICEF el groso de las personas migrantes está conformado por venezolanos con el 58%, haitianos con el 7,9% y cubanos con el 5,2%, también es importante señalar que hay personas provenientes de otros 50 países. La mayoría de los migrantes que vienen de Asia y África ingresan a Colombia atravesando la frontera entre Ecuador y Brasil para llegar hasta el Golfo de Urabá, un lugar en el que se hallan los anales de Caribe y donde para muchos inicia algo que está muy lejos de ser el paraíso.
El recorrido comienza en Necoclí o Turbo, en el departamento de Antioquia, donde los migrantes toman lanchas para llegar al otro extremo del golfo en Capurganá e inician un viaje selva adentro para llegar a Panamá. Estas personas atraviesan la selva con toda dificultad durante 4 o 12 días, posiblemente los 4 o 12 más largos de sus vidas, y luego llegan, paradójicamente, a un lugar llamado Canaán como la tierra prometida de la que habla la biblia. Específicamente Canaán Membrillo, un pequeño poblado panameño desde donde son llevados a San Vicente, localidad que cuenta con un centro para migrantes en el cual son asistidos por las autoridades panameñas y médicos sin fronteras.
Buscar seguridad, aunque el camino sea inseguro
Los riesgos en el Darién son múltiples, los migrantes son víctimas a menudo de explotación, robo, abuso sexual; esto sin mencionar los peligros que representan enfermedades tropicales, sufrir deshidratación, morir por las condiciones de los ecosistemas en despeñaderos, ahogados o atacados por animales salvajes. La internet está llena de testimonios sobre las inclementes situaciones a las que se deben enfrentar aquellas personas en el Darién, uno de los retos más significativos de todo este proceso. La pesadilla les recuerda que lo que intentan vivir es un sueño al que se aferran con esperanza y fe para cambiar el rumbo de sus vidas. Creo que situaciones como estas hablan del coraje y el valor del ser humano, de las desigualdades para migrar, más de lo que cualquier persona se pueda imaginar. En la mayoría de casos los migrantes se sienten expulsados de sus territorios por la invalidación de sus derechos y sus dignidades y como no puede hacer de aquello un hogar, un lugar seguro, se aventuran a buscarlo.
Durante el viaje deben ir lo más ligeros posible, pues no es fácil caminar con mucho peso en zonas pantanosas e inestables, el Darién es una de las zonas más lluviosas del mundo por lo que hay mucha, muchísima humedad. En muchos casos con los pies despellejados hasta sangrar, es usual que muchos se vayan despojando de algunas pertenencias durante el camino. Estas pertenencias abandonadas luego se convierten en pequeñas pistas para hallar el sendero por el que deberán conducirse los próximos, algo así como Hansel y Gretel, pero sin el ánimo de regresar.
El coyote que es como se llama a quienes se encargan de formar los grupos e introducirlos en la selva, cobran altas sumas de dinero y, según cuentan los testimonios, suelen escabullirse muy pronto dejándolos solos en medio de la nada. El viaje requiere de una ardua preparación económica, física y mental, es por ello que muchos pasan meses y hasta años en el territorio colombiano.
Durante el 2021 en Necoclí hubo una crisis debido a la presencia de cerca 25.000 migrantes, cifra que representa más 30% de su población. Si bien para estos municipios el fenómeno se ha traducido en una dinámica interesante para la económica local, la crisis humanitaria pone en aprietos a las instancias gubernamentales y a los pobladores del lugar, quienes en diversas ocasiones se han solidarizado con los foráneos, realizando donaciones de alimentos y objetos de primera necesidad; pues muchos de ellos terminan sin un solo dólar en el bolsillo debido a los exagerados costos y constantes robos de los que son objeto cuando llegan al ombligo del mapa de sus sueños.
Esta ruta prohibida deja una marca en la memoria de todos los que la atraviesan, muchos narran con dolor y lágrimas como creyeron que morirían, como vieron morir a niños, adultos, suicidios, cuerpos en descomposición, violaciones, asaltos, niños quedándose huérfanos, gente mutilada, herida; la impotencia de no poder hacer nada. Impotencia, un sentimiento que tienen en común todos, desde antes de ingresar al Darién, cuando se acercan desesperanzados, cansados de vivir en condiciones de desventaja, violencia e invisibilidad.
La historia que hoy atraviesa a cientos de personas es absolutamente paradójica. Por donde se la vea se trata de una historia donde fallece “la unificación de las naciones americanas” en los cuerpos de niños, mujeres y hombres que pierden su vida en un lugar al que no pertenecen, muchos de ellos sin ni siquiera poderse identificar, otros siendo la huella en el camino de alguien que no conto con suerte. Esto nos obliga a pensar de nuevo en la necesidad de elaborar otras regulaciones migratorias a nivel internacional, en repensar las soberanías, las fronteras que, una vez más, parecen ser más valiosas que la vida. Mirar estas cosas duele, duele mucho, ¿Por qué cruzar este lugar con bebes en brazos, enfermos, teniendo tan claro que se puede morir allí? Cuando el hogar, cuando tu territorio deja de ser seguro ¿Qué más se puede perder habiendo perdido tanto? La indiferencia hacia estas realidades es una absoluta irresponsabilidad.
Qué medidas se han tomado?
Mientras están en Colombia los migrantes son atendidos por la Cruz roja, fuerzas militares, por programa de UNICEF, ONG´s y la solidaridad de los locales; en Panamá ya se ha realizado un despliegue más amplio con la participación de las fuerzas militares, UNICEF, Médicos Sin Fronteras -quienes están realizando un trabajo protagónico-, ONG´s y las comunidades de los poblados que han funcionado como campamentos.
En Colombia se estableció una especie de registro y control con el que los migrantes se pueden movilizar en el territorio, se trata de una información muy valiosa que se acopia mediante estadísticas y permite definir en específico quienes salen del territorio colombiano. En 2021 se estableció un Acuerdo en el que Colombia se comprometía a regular el flujo migratorio con un máximo 500 por día, esto con el fin de mejorar la asistencia en Panamá, país al que la mayoría de los migrantes llegan necesitando asistencia médica e incluso psicológica. En Panamá se han establecido corredores humanitarios para llevarlos hasta Costa Rica. Aunque estos tres países han tenido ya acercamientos para establecer estrategias conjuntas que puedan mejorar las condiciones de paso para los migrantes, aún no han logrado consolidar acciones determinantes.
La construcción de la carretera parece plantearse cada vez más como una opción, el inmenso valor natural, cultural y ancestral del territorio lo hace controversial. Las comunidades indígenas se han visto absolutamente transformadas por el fenómeno migratorio, y muchas de ellas cuando escuchan sobre la construcción de la carretera a la que tanto se han opuesto, temen que la intervención afecte la preservación de su identidad cultural, ancestral y de los ecosistemas por los que tanto ya se ha esforzado en cuidar.
La migración masiva transfronteriza en América latina era algo para lo que la mayoría de estos países no estaban preparados. Esta situación dificultó aún más el aborde del fenómeno, hasta ahora no hay un diseño de políticas públicas y legislativas que le enfrenten de cara. En este momento mientras se están leyendo estas palabras, cientos de personas atraviesan el laberinto de sus vidas, una pesadilla que continuara mientras no haya garantías aun llegando al lugar de los sueños, al país de las maravillas.